El Equilibrista (parte 4: la mano, el canto y la tormenta...)

Aun no me terminaba de recuperar de ese encuentro ajeno de las fauces de El Príncipe, cuando ya tenía que enfrentar a mis propios demonios...

Una de esas tantas veces que ví de frente los corceles de un apocalipsis de vida prediseñada ocurría sin mayor trascendencia de lo normal. Yo, enloquecido, mirándome a través de un espejo subconsciente y preguntándome por enésima vez por qué chingaos seguía este camino.

"Si yo soy un artista, carajo"... pero aun así, heme aquí. Falto a mi promesa de no perder mi punto de equilibrio por miniedades como la vida prediseñada, me encontraba aun sumergido en el diluvio nuestro de cada día.

Fue entonces cuando todo comenzó a suceder...

Al borde del desquiciamiento, una vez más la iluminación y la rectitud llegaron a mis chacras lacras: mi destino en la vida prediseñanda cambió de forma un tanto brusca, y derrepente me ví realizando labores que, no dejan de ser una imposición, pero que me alejan de todos aquellos momentos de locura interna que me hacían perder la razón momentánea. Me enviaron a una diminuta isla donde, aun me encuentro perdido, pero a salvo de la tormenta...

Es curioso: la perspectiva de los tiburones cambia cuando no te están haciendo pedazos. Ahora hasta disfruto de las creaciones marinas de este oceano de monotonía. Ahora veo el destino de otra forma, ahora disfruto de la marea...

No deja de ser extraño las miles y miles de vueltas que damos en La Mano de Buda para ignorar el canto de las sirenas... he luchado tanto para borrar y minimizar mi vida prediseñada, que olvidé lo que realmenteme (y pesar de todo) me gustaba de ella. Comencé a llenar de terrores y monstruos las aguas a través de las cuales tengo que navegar... y la verdad, aunque no tengo alternativa, no me desagrada tanto hacerlo...

Olvidé que dejarse llevar por el canto de las sirenas puede traer consecuencias drásticas, pero también olvidé lo hermoso que suenan sus voces...

Ese podría ser el hilo negro. El balance entre tus dharmas utópicos y tu vida prediseñada. entre la monotonía del camino y el orgasmo del amanecer kármico: disfrutar el canto, pero jamás despegarse del mástil de nuestra embarcación... solo así navegaremos en paz a través de la tormenta de emociones que es la vida.

Es un trabajo duro, pero alguien tiene que intentarlo: dejaré de dar vueltas en la mano y me sentaré en ella a buscar mi perfecta iluminación...


(Continuará...)